domingo, 10 de junio de 2007

Capítulo 11 : Nada Tiene Dueño



Nada tiene dueño, siquiera lo tuyo… dueño de nada. Mi señor, mi amo, nada tiene dueño.
Dos o puede que tres veces al día, niego tu nombre, reniego de ti.
¿Dueño de qué, del barro, de un sentimiento oscilante? ¿Qué dueños tienen el mar o el viento?
Te escupo, te maldigo, te necesito. Vuelve a mí. He escrito tres papeles con mi nombre, ¿me pertenecen?
Desde pequeños luchamos por ser el dueño de la pelota, reemplazamos la libertad por la esclavitud de pertenencia a las cosas…
Créeme cuando te digo que poseer es la mayor de las tragedias, lo siento arraigado al pecho. Uno espera cosas de aquello que posee… tanto que el que posee es poseído, y eso es lo que más me duele, saber que nada tiene dueño, mi amor, y cuando digo “nada”… “nada” es un pedazo de nada.