Vuelve el recuerdo de una vieja canción a mis oídos. Sigue ahí intacta, atemporal de sentido.
“Tócala una vez, Sam, en recuerdo de los viejos tiempos”
Sus acordes vuelven a sonar en mi guitarra (¡qué de guerras perdidas contigo vieja amiga!).
Un sorbido de ese dolor concentrado, solo un sorbito de autocompasión, de miedos, de absenta taciturna.
Es tan frágil que la hiere el aire, es un suspiro tan lento que roza el suelo.
Resuena en mi cabeza con ciclos completos, es reincidente, estridente, hiriente… es una vagabunda con recelos, la toco y me da miedo.
“Tócala, Sam. Toca A medida que el tiempo pasa”
No sé si lo olvidaste o ya ni te importa, no seré yo quien juzgue el tamaño de tu duelo.
Quizás un recuerdo vago, quizás un “me suena de algo”, un latido un suspiro, un señuelo.
Si tú sobreviviste a ella, yo no seré menos.
¡ Tócala, si él puede soportarlo, ¡yo también puedo!
“Tócala una vez, Sam, en recuerdo de los viejos tiempos”
Sus acordes vuelven a sonar en mi guitarra (¡qué de guerras perdidas contigo vieja amiga!).
Un sorbido de ese dolor concentrado, solo un sorbito de autocompasión, de miedos, de absenta taciturna.
Es tan frágil que la hiere el aire, es un suspiro tan lento que roza el suelo.
Resuena en mi cabeza con ciclos completos, es reincidente, estridente, hiriente… es una vagabunda con recelos, la toco y me da miedo.
“Tócala, Sam. Toca A medida que el tiempo pasa”
No sé si lo olvidaste o ya ni te importa, no seré yo quien juzgue el tamaño de tu duelo.
Quizás un recuerdo vago, quizás un “me suena de algo”, un latido un suspiro, un señuelo.
Si tú sobreviviste a ella, yo no seré menos.
¡ Tócala, si él puede soportarlo, ¡yo también puedo!
