No sé si recuerdas el pabellón del Universo de la Expo 92 de Sevilla, allí había una máquina que permitía enviar un mensaje al universo, una señal.
Recuerdo que mi hermano envió E=m*c para que si alguien los recibía, supieran que conocíamos y en parte controlábamos la energía.
Quizás la esencia del ser humano sea eso, lanzar una señal descifrable con la esperanza de que alguien lo comprenda.
Me gusta pensar que son como las señales de un faro en la niebla, ráfagas de luz que en ocasiones nos advierten, en otras nos guían hacia algún lado.
Quizás todo se reduzca a eso , y quizás por eso te escribo a ti, que siquiera sé si existes.
Envío esta señal esperando que alguien lo perciba.
Allí, frente a aquella máquina de infinitas posibilidades, envié mi primer mensaje al Universo .
Aún hoy, mi discurso sigue siendo el mismo.