Dicen que el canto de las sirenas es tan bello que los marinos que la escuchan no pueden resistirlo y dirigen sus naves contra los arrecifes; los supervivientes al desastre, son devorados cruelmente por ellas.
Cuando Ulises abandonó la morada de la hechicera Circe, sabía que pasaría cerca de las sirenas, por su curiosidad pidió a sus marinos que lo atasen fuertemente al mástil y que ellos se tapasen los oídos con cera, así podría oír la belleza de su melodía sin ceder a su encantamiento.
Este canto evocador persuadió a Ulises que acabó pidiendo a gritos a sus compañeros que lo desaten, pero estos permanecieron sordos a sus gritos escapando así del funesto destino.
¿Qué porqué recuerdo este relato ahora?, no sé, pero me ha venido a la memoria. Tal vez porque la sirena dibujada en mi guitarra me ha recordado que cedí a su encantamiento un día y ciega y delirante me dirijo al arrecife, o tal vez porque es un día lluvioso de té Gunpowdwer e incienso de naranja, en la que me siento desprendida, una vez más, de la carga que supone escribir una página más de esta nuestra Síntesis.
Cuando Ulises abandonó la morada de la hechicera Circe, sabía que pasaría cerca de las sirenas, por su curiosidad pidió a sus marinos que lo atasen fuertemente al mástil y que ellos se tapasen los oídos con cera, así podría oír la belleza de su melodía sin ceder a su encantamiento.
Este canto evocador persuadió a Ulises que acabó pidiendo a gritos a sus compañeros que lo desaten, pero estos permanecieron sordos a sus gritos escapando así del funesto destino.
¿Qué porqué recuerdo este relato ahora?, no sé, pero me ha venido a la memoria. Tal vez porque la sirena dibujada en mi guitarra me ha recordado que cedí a su encantamiento un día y ciega y delirante me dirijo al arrecife, o tal vez porque es un día lluvioso de té Gunpowdwer e incienso de naranja, en la que me siento desprendida, una vez más, de la carga que supone escribir una página más de esta nuestra Síntesis.
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